El ciclo de la vida

Circle of life, banda sonora de una de las mejores películas de animación, El rey león (1994). Con música de Elton John y arreglo de Hans Zimmer, esta canción abre una encantadora historia, llena de humor y sentimentalismo, que nos transporta a un particular Hamlet de la jungla.

Rafiki: ¿Qué fue eso? ¡El clima! ¡Muy peculiar! ¿No crees?
Simba: Si… parece que los vientos cambian.
Rafiki: Ah, el cambio es bueno.
Simba: Si, pero no es facil (pausa) Se lo que tengo que hacer, pero si regreso tendré que enfrentarme a mi pasado… y he estado huyéndole desde hace tanto… (Rafiki le pega con su baston) ¡Ay! ¿¡Porqué hiciste eso!?
Rafiki: ¡No importa! ¡Está en el pasado! (se ríe)
Simba: (Sobándose la cabeza) Si, pero me dolió.
Rafiki: Oh, sí… el pasado puede doler, pero como yo lo veo puedes o huir de él o, aprender (Rafiki trata de pegarle de nuevo a Simba, pero éste esquiva el golpe) ¡Ja, ja! ¿Ves?
Porque nunca se es suficientemente mayor para volver a la infancia unas horas, porque las películas de animación o infantiles no tienen porque ser simples o ingenuas, porque no debemos dejar que el miedo nos impida vivir y sobre todo… porque es una banda sonora genial!!
Majestad, hoy va por usted!
                                                                                        sello.ilu
         

«¡Buenos días, princesa!»

«Buongiorno principessa!» La vida es bella (1997) de Roberto Benigni.

Los que hayan visto esta tierna película sabrán lo emotiva que puede llegar a ser esta frase. Toda una declaración de amor eterno recogida en un saludo matutino. Una película encantadora de principio a fin, triste a la vez que esperanzadora. Con una banda sonora de lujo que aquí os dejo. Esta oda al optimismo nos enseña cómo, hasta en las peores situaciones, la vida puede seguir siendo bella!

Qué iluCine!                                                      sello.ilu

«La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar»

«Life was like a box of chocolates. You never know what you’re gonna get.»  Forrest Gump (1994), de Robert Zemeckis.

Encantadora frase de una genial película. Porque los bocados son a veces amargos y otras dulces, pero no podemos dejar de comer.

Para que el día de hoy sea un poquito más azucarado!

sello.ilu

Goldfinger

Tema principal de la banda sonora de la película con el mismo nombre, fue compuesto por John Barry e interpretado por la gran Shirley Bassey.  Ésta marcará el sonido musical por el que se guiarían la mayoría de las cintas del agente 007.

Ayer tuvimos el placer de rememorar esta canción en la 85º Gala de los Oscar, con una veterana aunque brillante intérprete.

Shirley Bassey, hoy va por ti!

Mrs. Robinson

Mrs. Robinson es una canción escrita por Paul Simon y cantada originalmente por Simon & Garfunkel.

Se dio a conocer en la gran película de Mike Nichols, El graduado. El director quería que el grupo compusiese tres canciones para la banda sonora pero, por falta de tiempo durante la gira, Simon llegó con las manos vacías a escepción de una canción que había compuesto sobre Eleanor Roosevelt y Joe DiMaggio. Tras escucharla, Nichols decidó cambiar a Mrs. Roosevelt por Mrs. Robinson, la mujer que cautiva a Benjamin Braddock, e incorporar así la canción al film.

Una composición que invita a chasquear los dedos.

Mrs. Robinson, hoy va por usted!

Have you ever seen the rain? (CCR)

¿Has visto alguna vez la lluvia?

Nuestra primera canción fue escrita por John Fogerty con el grupo rock estadounidense Creedence Clearwater Revival.

Se ha especulado sobre que la letra de la canción pueda referirse a la Guerra de Vietnam, siendo ‘rain’ (lluvia, en inglés) una metáfora de las bombas cayendo del cielo. A pesar de haber sido versionada y utilizada como banda sonora en muchas ocasiones (películas como Evan Almighty, December boys, Philadelphia, The longest Yard; y también en capítulos de series como Dexter o The Wire), en mi opinión este grupo sigue sin ser recordado como debiera.

Hoy va por vosotros, CCR!

La chinoise (1967, Jean-Luc Godard)

La chinoise, tanto por su confección formal como ideológica se erige como una obra imprescindible para cinéfilos y estudiosos. Cargada de recursos formales y narrativos sorprendentes, y cuidadosamente puestos al servicio de un Gogard beatamente político, la historia queda relegada a una serie de acciones ligeramente unidas bajo sueños revolucionarios, que se organizan como golpes de cincel a un producto final que requiere un examen minucioso y reflexivo.

Una película indiscutiblemente ligada a su época, rodada y ambientada en 1967, se enmarca en un período de revoluciones sociales, donde la guerra de Vietnam y la de Argelia forman parte del contexto histórico. Fuertemente influenciada por las teorías marxistas-leninistas y maoístas, se compone de una serie de conversaciones de cinco estudiantes franceses que representan cada uno una ideología y tipo de personalidad diferenciadas, y que forman parte de una célula revolucionaria. Se trata entonces de una muestra del radicalismo formal y político que el cine de Godard mostrará en los años siguientes y que, aunque entonces fuesen piezas clave de la modernidad, hoy pueden llegar a parecer avejentadas exposiciones de antropología cinematográfica.

Así, el decimoctavo largometraje del autor nace como una película con una intencionalidad doctrinal clara, aunque el interés de La chinoise como film va mucho más allá del ejercicio panfletario de la ideología maoísta, para llamar la atención sobre la forma en sí y cómo se subordina a las necesidades expresivas del autor. Ésta es una oda a la libertad de expresión y técnica a la hora de filmar, siguiendo el espíritu de la corriente de la Nouvelle Vague.

Parece imposible hablar de la nueva ola francesa sin referirse a Andrée Bazin y a su concepción del cine como algo ontológicamente realista. Con La Chinoise, Godard renunciará a la artificiosidad del sistema clásico evidenciando la narración, de acuerdo con las ideas planteadas desde el modernismo político, poniendo en crisis las tradiciones de representación y experimentando con las cualidades técnicas del medio, la  narrativa, la composición y, sobre todo, el montaje brusco al estilo vertoviano. Pero será esa misma evidencia radical de la puesta en escena la que convertirá su discurso en una enunciación manipulada. No obstante, la mostración de esa manipulación convertirá la película en un ejercicio con un cierto aire documental que jugará con los límites entre la realidad y la ficción, constituyendo así el film, como tal, un discurso tan rico como complejo.

“Para nosotros escribir era rodar”. Un cine, en contra del “cinéma de qualité”, más de directores que de guionistas. Un cine donde en la propia factura se intuye una reflexión sobre la obra en sí como imagen rodada. Hablar de cine y hacer cine convergen en Godard en una misma pieza que sirve de ejemplo a sus propias palabras. Las referencias continuadas, sin duda obsesivas, el sentido musical en la composición escénica, la mixtura entre realidad y recreación, la pulsión enunciativa… son algunas de las características que la convierten en una película sumamente autoral, al estilo del “camera-stylo”, donde Godard deja una huella indeleble en todos los aspectos que componen el discurso fílmico.

Ya al comienzo la película nos advierte “une filme en train de se faire”, lo que demanda al espectador la capacidad de apreciar el film como algo en proceso, una revolución. Defiende el arte con capacidad de expresión y no como simple decoración o pasatiempo, negando el espectáculo burgués del cine. Godard declara en la película la necesidad de una revolución en el arte y la sociedad, y espera hacer su contribución con la revolución de la sociedad desde el arte. Rompe con el estilo clásico tanto a través de la fragmentación del relato como de la teatralidad e improvisación de los actores[1], referencias directas a cámara[2], desubicación temporal y espacial, estética minimalista, citas y consignas en diálogos, paredes e intertítulos o incluso a través de la propia puesta en escena y sus juegos de ventanas, puertas, libros y colores cargados de simbolismo. Son, todos ellos, elementos puestos al servicio de la causa, creando varios niveles de significado en una imagen recargada que deberá ser explorada por un espectador activo, cuya catarsis se eliminará, predisponiéndolo así a abordar la temática de una forma más «racional”.

 “Re-inventar, es decir, mostrar al mismo tiempo que demostrar, innovar al mismo tiempo que copiar, criticar al mismo tiempo que crear.” Godard intentó llevar a cabo un ejercicio de innovación artística, explorando las posibilidades formales para reflejar con maestría el ideario juvenil, subyaciendo una crítica irónica para con los círculos maoístas de la época (formados fundamentalmente por estudiantes universitarios), dejando entrever sus contradicciones no solo políticas o ideológicas, sino también personales. Esto coloca el film como premonitor e incluso instigador de los acontecimientos de Mayo del 68.

En definitiva, se trata de una obra hábil y compleja, al igual que el propio Godard.


[1]  Guillaume, uno de los estudiantes, reconoce en una conversación con el propio cineasta que es un actor imponiendo un punto de vista que se verificará en la escena final que compara y separa La chinoise y Alemania, año cero, de Rossellini.

[2] La cámara llegará a aparecer en un espejo.

A través de los olivos (1994, Abbas Kiarostami)

A través de los olivos es un ejemplo de un Kiarostami magistral en su habilidad para ligar ideas, personas y motivaciones con una sencillez, un ritmo, una sensibilidad y una hermosura poéticos. Es, en el fondo, una comedia atípica y rabiosamente personal que revela a un cineasta que sabe combinar una exposición costumbrista de la geografía y la sociedad de Irán, un entramado argumental tan efímero como placentero sostenido por un aspecto visual de sobria lírica y, por último, un trasfondo reflexivo y metalingüístico sobre la importancia del cine.

A través de largos planos donde apenas podemos vislumbrar la presencia humana, el paisaje se convierte en protagonista relegando a un segundo término las circunstancias personales. La película se define entonces en la relevancia que cobra toda la topografía de un conjunto de comarcas en las que el hombre se adapta con dificultad y fascinación, disfrutando de la paz que inyecta la pureza de su aire mientras sufre el golpe de la naturaleza más airada. Y es que en verdad el corazón del film, que late bajo toda su estructura, no dejándose ver pero sí oír, es el propio terremoto, y con él la propia tierra. Al igual que en el cuerpo humano, el corazón no es aquí más que una pieza que forma parte de un conjunto diverso pero que interacciona en un funcionamiento milimétrico donde, de forma mágica, surge la vida.

A simple vista, el film aparece totalmente desdramatizado, mostrando la cotidianeidad del rodaje, con la pareja de jóvenes como protagonistas y el director de la película como narrador y espectador pasivo. Sin embargo, éste se convierte desde el primer minuto en la proyección del propio Kiarostami, observando sin interceder no solo el rodaje de la película, sino la relación entre personajes. Un creador de ficciones que se rinde ante la realidad, ante lo cotidiano, y una escena final que así nos lo corrobora en un alejamiento poético que irónicamente nos implica como espectadores.

El hecho de que una gran parte de la película esté construida sobre los momentos de rodaje describe la íntima relación que para Kiarostami existe entre la ficción creada a través del cine y la vida que discurre día a día ante nuestros ojos. No solo es una reflexión sobre el propio cine, sino que ésta se enlaza, como los hilos de un tejido, con el valor documental, la entrañable historia y la belleza estética. Y es la cansina repetición de la misma escena, rodada dentro del propio cine, un eco de Hossein en el aire de los valles, repitiendo incansablemente la misma pregunta hasta que el resultado sea el esperado.

Se trata, en definitiva, de una película delicada y serena, pacífica y enternecedora, donde Kiarostami utiliza el cine para hacer una emotiva declaración de amor a la vida.

                                                                                                                                                                                        sello.ilu